Desde los comienzos de nuestra existencia, hemos sido “víctimas” de las asignaciones. Y, por alguna razón, nos acordamos de las peores experiencias. Y, realmente, ¿las asignaciones son necesarias?

Mientras algunos educadores piensan que debería haber tareas para el hogar, otros opinan todo lo contrario. La realidad del caso es que los menores deben practicar lo que sea para poder mejorar. Si les interesa el voleibol, probablemente lo practiquen en su tiempo libre y, si les interesa el inglés, estarían leyendo una novela que les interese. Pero, si es una materia que no les llama la atención, completar los trabajos se vuelve más tedioso.
¿Qué podemos hacer para que nuestra experiencia (tanto para adultos como para los estudiantes) sea más placentera?
La respuesta es motivación. Según la Real Academia Española se trata de un “conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona.”
Es decir, la motivación existe en nuestro ser o interior, o en el ambiente externo. Mientras es difícil proporcionar las motivaciones internas, se puede darle el ambiente adecuado para motivar al estudiante a hacer sus tareas. Hay veces que estar a su lado para darle un sentido de seguridad es suficiente, o felicitarlo por su gran esfuerzo ante un trabajo que resulta complicado.
¡Los premios tangibles son exquisitos también! Una salida a la heladería favorita o una visita al parque predilecto son excelentes ideas para premiar.
¿Qué otra idea se te ocurre para ayudar al chiquito con sus asignaciones?

